Por Clara Inés Espí
Seguro que más de una vez has tenido una idea, de esas que consideras buena, un negocio, una solución a un problema… y te has emocionado tanto que no has podido evitar contárselo a tu entorno, amigos, padres, hermanos etc. Y seguro que más de una vez te has encontrado con un “eso no va a funcionar”, con la crisis que hay, estás loco. Total, que lo has acabado dejando a un lado, desoyendo los lejanos repiqueteos de que es posible, y finalmente el sueño se ha muerto en tu zona de confort.
Te invito a ser un observador diferente. Lo que te está diciendo tu entorno es simplemente “yo no me atrevo” o “yo no lo haría”, ellos tienen sus excusas, legítimas, para no intentarlo, pero hablamos de tí. Si no recuerdo mal, tú estabas emocionado, con las conexiones necesarias para llegar hasta la puerta y abrirla.
Las ideas, como las personas, se conciben (mejor con amor), se paren, hay que dirigirlas, educarlas con un buen juego de firmeza y flexibilidad para que puedan volar.
Lo nuevo da miedo, a veces mucho. De hecho el miedo es una emoción básica que surge de la incertidumbre, no sabemos qué va a ocurrir. Superarlo o no, muchas veces es una decisión personal. Por eso es importante distinguir entre tus miedos y los miedos de los demás, entre la incertidumbre o riesgo que tú estás dispuesto a aceptar y lo que tu entorno no arriesgaría.
Ganar no es conseguirlo todo a la primera. El éxito pasa por ser excelente, que significa aprender de cada error y para eso hay que cometerlos. Comete errores el que se arriesga y, se arriesga el que supera sus miedos.
“Aléjate de la gente que trata de empequeñecer tus ambiciones. La gente pequeña siempre hace eso, pero la gente realmente grande, te hace sentir que tú también puedes ser grande”
MARK TWAIN.
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